Entre mis verdades
y tus mentiras
(¿o era al revés?)
hay tantos matices
como colores
en los destellos de tus ojos.
Si me quisiste alguna vez,
lo desconozco;
si me odiaste, ocasionalmente,
no me dolió.
A pesar de que este amor
y esta pena
fueron fortuitos,
siempre queda la duda
que me apena como deuda
de si fue verdadero
o para más inri, real.
Porque la verdad no carece de matices
y pintaría con lápices
todos los axiomas
que creía, sostenían
éste, nuestro infinito.
Y ahora se deshace por momentos
en cuanto las dudas
me asaltan
como llanero solitario
a galope, en mis entrañas.
Quizá sea una paradoja
que me estrangula
como una soga,
con su señoría apodada “la Verdad”
sujetando la cuerda.
Quiero creerme mis mentiras
y obviar tus verdades
(¿o era al revés?),
para sobrevivir como marioneta
en este teatro de títeres
que no deja títere con cabeza.
"Una vida está saciada de circunstancias, de ¿destinos? que se entrecruzan y la verdad/razón nunca carece de matices" (Jaime Valeria)